Esparto

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El esparto Stipa tenacissima L. (Poaceae) es una planta perenne de hojas duras y lineales que se agrupan en fascículos que brotan en primavera. Las plantas pueden alcanzar 1 metro de altura. El fruto es un grano pequeño con una larga arista en espiral retorcida. En España existe también el llamado Esparto Negro (Stipa tenacissima subsp. umbrosa)

Crece en macizos agrupados en formaciones relativamente densas (espartizales españoles) en zonas mediterráneas secas o semiáridas (precipitaciones entre 200-400 mm / año), a menudo en suelos poco desarrollados sobre piedra caliza, de 0 a 1.000 m. sobre el nivel del mar.

Descripción[editar]

Stipa tenacissima L. es una planta endémica de la región del Mediterráneo Occidental (Barreña et al. 2006). La diversidad sistemática dentro de las especies de esparto ha sido controvertida desde el siglo I d.C. en cuanto a la calidad variable de este producto natural como material para cuerdas y cestería.

Zona de distribución del esparto. De José Fajardo - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=45739763

Dos especies, S. antiatlantica y Stipa tenacissima L., así como dos subespecies, S. tenacissima subsp. tenacissima y S. tenacissima subsp gabesensis, son reconocidas como norteafricanas, mientras que en Europa (España y Portugal) solo existe S. tenacissima subsp. tenacissima (Barreña et al. 2006).

En España, los pastos de esparto cubren una superficie de 408.578 ha, tanto en tierras silvestres como cultivadas.



Usos[editar]

El esparto se utiliza desde hace miles de años. Los hallazgos de más de cincuenta momias en la Cueva del los Murciélagos en Albuñol (Granada) en 1857 muestran una artesanía depurada del esparto, con cestillos y vestidos trabajados de forma esmerada. Desde los más de 6000 años de antigüedad de estos restos, las técnicas de trabajo del esparto han variado muy poco. Ya en periodo histórico, el esparto hispánico era muy apreciado para la elaboración de sogas y cordelería en los navíos que surcaban el Mediterráneo. Según Plinio y otros historiadores romanos, éstos comenzaron a utilizar el esparto tras las Guerras Púnicas.

Las principales zonas productoras han sido el sureste de la península ibérica, conocido como Campus Spartarius durante el Imperio Romano y las altas mesetas magrebíes que se sitúan entre el Atlas Teliano y el Atlas Sahariano, donde se localiza el "mar de esparto" argelino.

Para los árabes de Al-Andalus, el esparto, llamado en árabe "halfa" siguió siendo un producto forestal importantísimo, importancia que mantuvo durante toda la Edad Media y Moderna. El declive del esparto llegó a partir de los años cincuenta y sesenta del siglo XX, momento en el que la aparición de los plásticos y la importación de otras fibras supuso la caída en picado de la explotación del esparto.

El esparto se usa en cordelería, elaboración de pasta de papel, tejidos tipo pana, estopas para escayolas, xerojardinería y artesanías, especialmente cestería.



El esparto se recolecta en verano, arrancándolo con un bastoncillo terminado en una pequeña porra, llamado palillo, talí o talisa. Sobre este se enrollan los extremos de los espartos, de manera que con un fuerte tirón se extrae un manojo de esparto. Así hasta completar un manojo de más o menos 1,5 kg llamado maña o manada. Luego se extiende al sol. Este esparto sin trabajar se conoce como "esparto crudo". Posteriormente, se sumerge en balsas para su cocido o enriado, proceso de fermentación anaerobia que tiene como objetivo la eliminación de las materias pécticas que engloban las fibras de celulosa. Tras un mes de fermentación, se extrae de las balsas y se pone a secar de nuevo. Una vez seco, se pica para soltar las fibras, obteniéndose el esparto conocido como "esparto picado". Si este se rastrilla, se obtiene el "esparto textil".

Sus hojas filiformes, duras y tenaces, enrolladas cilíndricamente, se usan como fuente de fibras para la industria papelera. Sus fibras cortas (L = 1 mm; A = 10 mm) son muy apropiadas para la producción de papeles finos de impresión por su suavidad y elasticidad. Los papeles resultantes muestran buena formación, alta opacidad, volumen específico, buena porosidad y estabilidad dimensional frente a los cambios de humedad. Estas propiedades lo hacen muy apreciado en billetes de papel. Grandes marcas comerciales lo prefieren en sus envolturas de cigarros. Es la fibra de impresión por excelencia.

Con los "viejos" espartos muertos que quedan bajo la atocha se hacían antorchas, llamadas hachos en en todo el sureste ibérico, y colmenas.

La espiga o atochín se usaba para hacer escobas con las que se barría la chimenea.

Cestería[editar]

El esparto se trabaja en cestería en diversas técnicas, mayoritariamente se hacen trenzados que luego se cosen para dar la forma determinada al trabajo. Cada uno de los haces de esparto que se trenzan se conocen como "ramales" en La Mancha.

El esparto crudo se utiliza en cestería para la elaboración del trenzado conocido como "pleita" o "lata" según comarcas. Con la pleita se hacen cestos, serones, aguaderas, esteras, baleos, garrafas forradas, etc. La pleita tiene a partir de 13 ramales, y de ahí, las hay de 15, 17, 19, 21... También se trabaja cosido en espiral para elaborar cestillos y escriños. El esparto crudo, especialmente en Almería y Murcia, se trabaja también en trama y urdimbre, como si fuera mimbre, dando obras muy finas. Otra técnica de trabajo del esparto crudo es el "esparto enredado" o "punto de capacho", en esta técnica se van trenzando tres ramales, dejando siempre uno suelto que luego sirve para unirse al resto, de forma que no necesita coserse, se obtienen así los cofines o capachas que se empleaban en las almazaras para contener la pasta de la aceituna y las caracoleras o cachuleras que se emplean en el sureste ibérico para coger caracoles.

Con el esparto picado se hacen trenzados de cinco o siete ramales, llamados "recinchos" o "cernejas". Estos trenzados se emplean para terminaciones de trabajos de pleita como los ribetes de los cestos y para cestillos, forrado de botellas, etc. Intervienen también en el trabajo de elaboración de calzados de esparto, llamado alborgas o esparteñas.

Existen las siguientes técnicas:

- Trenzados que luego se cosen. Se elabora una trenza y se le da forma al coserla. Si se trabajan los espartos hacia arriba, normalmente en rama, se le llama pleita, empleita o lata según regiones. Si se trabajan hacia abajo recibe otros nombres como recincho, collazo o crineja.

- Tramas y urdimbre. Se arma una trama sobre la que se va tejiendo la urdimbre. Son puntos propios del mimbre que también se aplican al esparto.

- Cosido. Intervienen dos elementos, un haz de fibra que puede ser esparto u otras como paja de centeno y una cosedera que va cosiendo en espiral cada vuelta sobre la vuelta anterior.

- Punto de cofín y variantes. Trenzado continuo que va dejando la pieza hecha sin necesidad de cosido. Lo más usual son tres ramales, en punto de cofín parao o embutido, una variante es el punto de caracolera y otra la rejilla de cinco ramales que va haciendo un ribete o escalón.

- Punto de nudo. Para forrar botellas.

- Cordelería manual. Para cosederas en los trenzados, elaboración de esparteñas, haces de vencejos, trallas, etc. Cada trenzado recibe un nombre distinto que a menudo varía de unas regiones a otras. 

Recolección[editar]

Agarradera. Fuente: Jose Mª Beltrán Gómez, “El Esparto y su artesanía una aproximación al patrimonio cultural de Sierra Magna”

El proceso de recolección industrial es idéntico al de recolección artesanal. Para el proceso se necesitaba auxiliarse de una varilla de acero, o bien de madera y delgada, con una longitud aproximada entre 20 y 25cm, cuya punta termina en una pequeña curva y porra. Ésta se ataba a la muñeca y antebrazo. Por la otra parte se arrollaba la fibra de esparto para que en el brusco tirón despegara de la atocha y saliese. Este elemento recibía nombres tales como cogedera, agarradera, collaza o collazo.

La recolección, aunque puede hacerse durante todo el año, la mejor época es en verano, julio-agosto, luego se puede recoger más o menos durante todo el año pero en primavera salen los espartos tiernos que aún no están endurecidos y por lo tanto no sirven (tienen la base blanda)

Para utilizarlo en la artesanía, el esparto no se siega; tienen que recogerse solo las hojas, dejando intacta la raíz. Así se van reuniendo con las manos pequeños manojos y se tira enérgicamente hacia arriba.

Secado y curación[editar]

Una vez recolectado se ponía a secar al sol en una zona despejada llamada tendía. A los pocos días se le daba la vuelta para que el sol intenso del verano diera al esparto su color amarillento en ambas caras. Si se seca a la sombra permanece verde. Se debe conservar seco, evitando que se humedezca. El período de secado podía durar todo el otoño o incluso gran parte del invierno.

Tratamientos[editar]

Una vez secados los espartos, éstos podrán seguir dos tratamientos diferentes, dependiendo de la utilidad que se le vaya a dar posteriormente: se puede trabajar directamente como esparto crudo o en forma de esparto picado.

Se puede utilizar: - Esparto crudo en rama - Esparto cocido en rama (sin picar) - Esparto picado (se cuece previamente) - Esparto textil (cocido, picado y rastrillado)

Antiguamente el esparto se picaba con mazos, pequeños, de uso familiar o industriales en grandes bandas de mazos, hoy se aplasta con rodillos.

Esparto crudo: Para que recupere la flexibilidad necesaria para poder trabajar con él, habrá que remojarlo uno o dos días antes. Se tejerá en anchas tiras (pleita) formadas por tantos ramales como se desee, siempre que sean impares; los más usuales están comprendidos entre trece y diecinueve. Cada ramal está formado a su vez por cuatro, cinco o seis espartos. Con esta cinta se elaborarán las cestas, cinchos, capazos, alfombras, tizneros y demás objetos.

Esparto picado. Tras el secado, se cura el esparto metiendo los haces que se han formado previamente en grandes balsas de agua y procurando que ésta los cubra por completo; los haces deberán estar sumergidos en agua durante unos cuarenta días para que adquieran mayor resistencia. Este proceso se conoce también como proceso de fermentación. Transcurrido el período de tiempo necesario, se deja secar y se procede al picado de las hojas: Con una maza de madera (generalmente de encina) se golpeaba repetida e insistentemente contra un tronco (de almendro, pino o similar) hasta que las múltiples fibrillas que conformaban las hojas quedaban separadas. Con este tipo de esparto se hacen las “lías” o trenzas, que son la base de toda la artesanía posterior.

Esparto textil. Tras el picado, se procede al rastrillado. Se realizaba en manojos que se rastrillaban, haciéndolos pasar con fuerza por peines verticales de puas de acero muy agudas. De ese modo se aislaban, fibra a fibra, cada vez más finas, las numerosas que cada tallo tiene. Una vez acabado el rastrillado, se disponía de la fibra inicial y se procedía al proceso de hilado. Los hiladores utilizaban un artefacto en forma de rueda, moviéndolo con un sentido giratorio por un chiquillo. El hilador tuerza las fibras mientras tanto, formando así un hilo. Con varios hilos se consigue un cabo; con varios cabos - una maroma. La cuerda obtenida tenía una serie de irregularidades, debidas a que en el proceso anterior, la fibra se astillaba, mostrando sus puntas. Éstas se quitaban con tijera para conseguir el acabado final.

Bibliografía[editar]

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