Cordelería manual

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Las cuerdas se hacen con esparto entero, picado o deshilado. La resistencia de las cuerdas de esparto a la tracción es de 120 a 150kg por centímetro cuadrado, y su peso por metro lineal de 40 a 50kg en la misma sección.

Con el esparto entero, esté o no macerado, se fabrica a mano el elemento o hilo de la cuerda o soga, que también se llama liñuelo o niñuelo. Para ello, el obrero coloca un haz bajo el brazo y va sacando espartos, que tuerce con los dedos: dos de ellos se anudan por la extremidad más gruesa, se arrollan después uno sobre el otro y se van añadiendo nuevos espartos, siempre por la raíz, a dos o tres pulgadas de la punta anterior, sin hacer nudo y arrollando juntos y con igualdad la punta de uno y la uña del otro, hasta obtener una longitud de liñuelo de 60 a 80cm. Hecho esto, se dobla en vueltas de 20 a 25cm., procurando poner los pliegues a igual altura, y se obtiene un hilo doble y resistente, con el que después se trenzan las sogas del grueso que se desea.

Con el esparto picado se obtienen cuerdas mucho más flexibles y resistentes que las anteriores. Una vez cocida la hoja, se coloca sobre una piedra plana o cuerpo duro análogo, después se seca, y se la golpea con una maza de madera provista de un mango, dando vueltas al manojo con la otra mano hasta que se destruye la adherencia entre las fibras, quitando la materia incrustante. Con la hilaza resultante se tiene un elemento análogo al que forma la base de las cuerdas del cáñamo o filástica y que se maneja del mismo modo, es decir, torciendo primero en un sentido, luego dos hilos en el contrario y trezando luego éstos hasta obtener la cuerda del grueso necesario. Las cuerdas de esta clase son todavía algo rígidas y ásperas, sobre todo si el cocido no está bien hecho y el picado es rudimentario.

Con esparto deshilado se fabrican las mejores cuerdas. Para deshilar el esparto se empieza por enriarlo o cocerlo y secarlo perfectamente al sol, realizado lo cual se machaca en batanes hasta quitar por completo la materia incrustante y obtener una hilaza limpia y flexible. Después, se practica el cardado por medio de peines provistos de alambres, que se mueven en sentidos opuestos hasta que se logra separar perfectamente las fibras unas de otras y se obtiene una borra que puede hilarse en el torno.


Bibliografía:

-Barró y Zorrilla, F. : El esparto y su explotación, 1923. Calpe